Incluso cuando la nieve se acumulaba, el paÃs minero de Tigris no dejaba de trabajar.
Para los que trabajaban en las industrias primarias de la minerÃa y la herrerÃa, el frÃo era un bienvenido respiro para sus húmedos lugares de trabajo, y se les oÃa martillear vigorosamente.
Desde una ventana del salón del castillo, Shinichi y Celes contemplaban la ajetreada ciudad.
"Disculpen la espera".
Alguien se disculpó en cuanto las puertas se abrieron. Allà estaba el fornido capitán ──── el joven rey Sieg ──── y Dritem, el severo mago de mediana edad de la corte.
"No hay problema", respondió Shinichi, observando la larga y delgada caja en las manos del mago de la corte.
"Parece que está hecho". Sus labios se curvaron con alegrÃa.
Sieg asintió, pareciendo solemne. "Yo mismo lo he probado. Está más allá de mis expectativas".
"En efecto", asintió el mago de la corte, abriendo la tapa para mostrar su contenido.
En su interior habÃa un objeto parecido a una ballesta, hecho de un largo tubo de metal, ajustado a una culata de madera con un gatillo de metal. Era un arma nueva que utilizaba la pólvora negra explosiva que la gente de Tigris habÃa conseguido en los últimos meses.
En otras palabras, era un rifle de mecha.
"Es más corto de lo que esperaba", observó Shinichi, tomándolo en la mano.
Su longitud total era de poco más de quince pulgadas.
Sieg pareció disculparse. "Aunque me has explicado que los cañones más largos pueden disparar más lejos, tenemos poca experiencia en forjar tubos de metal tan rectos. Era necesario crear herramientas especificas para forjar el arma".
"Tiene sentido. Es totalmente diferente a hacer espadas y armaduras".
Shinichi, el que conocÃa el mecanismo del cerrojo, se encargó de redactar las sencillas especificaciones del diseño para Sieg. Sin embargo, no tenÃa ni idea de cómo forjar el hierro en un cañón de metal para un arma. Era consciente de que el cerrojo acabarÃa convirtiéndose en un rifle totalmente automático, pero no sabÃa nada de la maquinaria necesaria para producirlos.
Eso significaba que no podÃan tomar ningún atajo, aunque tuviera ideas del futuro. Por eso los herreros tenÃan que construir desde cero ──── y habÃan cumplido las expectativas de Shinichi al forjarle esta arma.
"¿Puedo probarla?"
"¿Pasamos al patio?" sugirió Sieg, acompañándolos fuera de la habitación.
ParecÃa que el patio ya habÃa sido utilizado para probar el arma; habÃa un tronco desvencijado apuntalado como blanco.
"Supongo que no hace falta que te les explique como usarlo", señaló el mago de la corte.
"No, pero será la primera vez que dispare a algo". Shinichi se rió, aceptando una bolsa de pólvora.
La vertió en el extremo del cañón y metió una bala, presionándola cuidadosamente con una varilla de madera. Echó más pólvora en el depósito de destellos de la parte trasera del rifle antes de encender la mecha que servÃa para el encendido.
"Requiere un buen montaje", comentó Celes.
"Y tiene un alto rendimiento".
Shinichi agarró el arma firmemente con ambas manos y apretó el gatillo. *¡Bang!* La bala se alojó en el tronco a casi dos metros de distancia.
"Qué bien. Un golpe limpio. Me preocupaba hacer el ridÃculo como inventor".
"MagnÃfico. Su Alteza ni siquiera fue capaz de acertar uno de los cinco disparos".
"¡Dritem, debes permanecer en silencio sobre estos asuntos!"
Dritem esquivó el puño del Rey Sieg, aplaudiendo con alegrÃa al exponer los secretos del rey.
Celes se cubrió las largas orejas con las manos, con la cara tensa. "Me zumban los oÃdos después de oÃrlo tan de cerca. ¿Será esto similar a lo que encontramos en la Tumba de los Elfos?"
Se referÃa a los rifles automáticos que portaban los gólems que servÃan de guardias, dejados por la antigua civilización en el refugio subterráneo.
"Dale otros cincuenta años". Shinichi sopló el humo de la boca del cañón, riéndose de que no era imposible.
Si armas de fuego de ese calibre se extendÃan por el mundo, el equilibrio de poder entre humanos y monstruos darÃa un vuelco.
"Y cuando eso ocurra, el Rey Demonio y Rino no tendrán tanto que hacer".
"Muy lejos en el futuro lejano...", refunfuñó Celes.
"No exactamente. Incluso esta arma puede infligir heridas en zonas vitales y alejar a los monstruos con su sonido y sus olores".
Celes no parecÃa muy convencida. Si Shinichi estaba siendo totalmente sincero, tampoco se lo creÃa.
Necesitaremos rifles de mayor calibre para luchar contra los monstruos. Quiero unirme a un dvergr y pasarme los próximos tres años jugueteando con las armas, pero...
SerÃa ridÃculo intentar acelerar el avance de las armas ──── que en la Tierra habÃa tardado trescientos años ────, pero podrÃa ser posible si sólo se tratara de rifles de un solo tiro.
TendrÃa que dejarlo todo en manos del Rey Demonio por el momento, pero podrÃamos reducir su carga de trabajo si reunimos a humanos y demonios para formar escuadrones de exterminio de monstruos. También serÃa bueno invitar a los morfos bestia de la Aldea Mouse.
A Shinichi se le pasaron por la cabeza varias propuestas mientras le devolvÃa el arma a Sieg.
"¿Puedes seguir produciendo estas armas este invierno y empezar a venderlas a los paÃses vecinos una vez que se descongele la nieve? No son las mejores para los monstruos, pero pueden usarse para cazar, y resultarán valiosas en la batalla, asà que cualquier soldado con una buena cabeza sobre los hombros se lanzará a tener una".
La expresión de Sieg era complicada. "Entiendo que haremos grandes riquezas, pero..."
"¿Deduzco que te preocupa que catalicen guerras y causen bajas humanas?"
"Efectivamente". Sieg se frotó el grueso vientre y asintió con tristeza.
Detrás de él, su mago de la corte habÃa asumido la misma expresión.
"Puedo entender lo que vendrá a continuación. Con un arma, las mujeres y los niños tendrán suficiente poder para matar a un soldado, lo que significa que morirá más gente en la guerra".
Shinichi podÃa admitir estos peligros. Él habÃa aprendido lo que habÃa sucedido con las nuevas armas, tanques, aviones de combate y misiles en la Tierra, después de todo.
"Pero tienen Resurrection en este mundo. No hace falta ser tan reacio a la guerra. Y esto suena raro, pero las armas son más adecuadas para matar a otros de forma que puedan ser resucitados", afirmó.
En el mundo de Obum, cualquier entidad viviente podÃa ser resucitada siempre que al menos la mitad de su cerebro estuviera intacto ──── que era lo único que los diferenciaba de los héroes de la Diosa, que podÃan resucitar de la nada.
Mientras que con las espadas y la magia se corrÃa el riesgo de dañar el cerebro, el uso de las armas era casi humano, ya que mataban con la más mÃnima herida.
"Probablemente necesitaremos regulaciones contra el uso de balas expansivas que se dispersan dentro del objetivo y rifles antimateria que pueden hacer volar a los humanos con un simple roce, pero esa es una discusión para un momento posterior", dijo Shinichi.
"...Ni siquiera puedo imaginarme esas cosas". Sieg parecÃa preocupado mientras miraba el rifle de mecha en sus manos.
Shinichi habÃa revelado que era de otro mundo con nuevos descubrimientos cientÃficos, asà que Sieg ya no dudaba de sus absurdas afirmaciones. Sin embargo, era casi imposible imaginar las guerras que estas armas recién acuñadas podrÃan provocar, el alcance de sus daños y cualquier variante futura.
Al ver que Sieg se esforzaba por conceptualizarlo, Shinichi se arrepintió al instante de haberse precipitado.
"Una cosa más", dijo. "Fabricar un arma no provocará la guerra. Incluso sin armas, la gente lucharÃa con espadas. O con palos. Los humanos provocan guerras. Además, siempre tendrán magia".
HabÃa humanos que eran usuarios de la magia, aunque eran pocos en comparación con los demonios. Eran armas vivientes. Pensar que eliminar todas las armas traerÃa la paz mundial era tan fantasioso como el fin de la humanidad.
"Si alguien realmente quisiera una guerra, tendrÃa más sentido reclutar a todos los usuarios de la magia que se han distanciado de la Diosa que acumular armas. Supongo que entonces los magos se apoderarÃan del paÃs. Ningún gobernante carece de ese pensamiento crÃtico".
"Ciertamente", dijo Sieg, haciendo una mueca de dolor, como si esto fuera una molestia.
El Reino de Tigris tenÃa un total de cinco usuarios mágicos encabezados por el mago de la corte Dritem ──── una cantidad considerable, en comparación con sus paÃses vecinos. Los usuarios de la magia eran las mejores armas, ya que no necesitaban estar armados para matar a un soldado con armadura.
Además, podÃan descubrir secretos con Clairvoyance y Wire Tap[1]. No muchos gobernantes eran lo suficientemente valientes como para mantener a un usuario de magia a su lado, ya que no se necesitarÃa mucho para amenazarlos o matarlos.
"Volviendo al tema ──── no va a empezar ninguna guerra porque hayas vendido algunas armas", le aseguró Shinichi. "Todo lo contrario. PodrÃas detener las batallas suministrando a los paÃses un arma que pueda superar a los usuarios de la magia".
"Ya veo, tú también has considerado eso". Sieg asintió, al instante en la misma página.
Sin embargo, Celes no tenÃa ni idea de lo que estaban hablando. "¿Vender armas para detener las guerras? ¿Cómo?"
"No, es lo contrario. Si te niegas a vender armas, puedes tenerlas sobre otros paÃses y controlar las guerras".
Shinichi se lanzó a una explicación en toda regla, ya que a los demonios les podÃa resultar difÃcil de entender porque no necesitaban armas para pelear.
"En primer lugar, las armas se van a convertir en algo importante en el campo de batalla. Mientras que puedes comprar tantas armas como puedas sostener, estos usuarios mágicos todopoderosos son más difÃciles de conseguir".
Los estándares de Shinichi estaban fuera de lugar porque se habÃa acomodado demasiado con la presencia del Rey Demonio y Celes, pero el hecho era que el mundo carecÃa de usuarios mágicos capaces de rechazar proyectiles con Missile Protection.
Tal vez los obispos de la iglesia de la Diosa podrÃan lograrlo, pero no estaban lanzando constantemente hechizos de Defensa, y era obvio que su magia se agotarÃa si les disparaban cientos de balas.
"Una vez que las armas estén disponibles, los vencedores se decidirán por su capacidad técnica y sus recursos económicos para preparar grandes cantidades de mejores armas".
Como alguien dijo una vez, "hay poder en los números". Los que estaban en la cima de la sociedad tenÃan el poder del dinero para reunir esos números.
"El problema es que los paÃses sin armas siempre serán los perdedores. Si hubiera un paÃs que quisiera hacer la guerra────"
"SerÃa sencillo para Tigris. Nosotros, que tenemos los secretos para fabricar tanto armas como pólvora ──── les amenazarÃamos rechazando las negociaciones".
"Incluso podrÃas decir que sólo vendes armas a su nación enemiga".
"Oh-ho-ho, Sir Shinichi. Eres todo un sinvergüenza".
"No tanto como usted, Su Alteza".
El estómago de Sieg se agitó mientras reÃa, y Shinichi se frotó las manos con ganas.
Celes parecÃa harta de que Shinichi tratara de engatusar a Sieg. "¿De verdad crees que irá tan bien?"
"Tengo la misma preocupación", dijo el mago de la corte, tomando el arma de las manos de Sieg. "Esto requiere de herreros entrenados, pero no es tan complicado como para que otros no puedan hacer imitaciones. Y nuestro secreto comercial de la pólvora acabará saliendo a la luz. Incluso si dejamos de suministrar las armas, ¿los demás paÃses no empezarán a fabricar las suyas?"
"Por supuesto. No tardarÃan mucho en empezar a hacer copias. Es una amenaza para la seguridad nacional depender completamente de otro paÃs para fabricar tus armas". Shinichi mostró su habitual sonrisa malvada. "Sin embargo, les llevará unos años hacer copias inferiores, ¡mientras que Tigris fabricará armas aún mejores!"
Después de la mecha estaba la chispa de pedernal, que utilizaba el pedernal para el encendido. La simple bola de plomo se convertirÃa en la bala en forma de bellota, las Bala Minié[2]. Eso aumentarÃa drásticamente la fuerza, el alcance, la precisión y la velocidad de disparo de las armas. El viejo diseño del arma no tendrÃa ninguna posibilidad.
A continuación, podrÃan desarrollar cartuchos y pólvora sin humo, de cerrojo, luego de bombeo, semiautomáticas, totalmente automáticas. TodavÃa quedaba un largo camino por recorrer.
"Mientras no haya súper genios como John Browning[3], puedo hacer que Tigris vaya tan adelante que los demás paÃses nunca lo alcanzarán".
"¿Quién?"
"El dios del desarrollo de las armas. Ojalá pudiera convocarlo aquà desde la Tierra".
Si tuvieran a John Browning en Obum, harÃa que el progreso de Shinichi pareciera una broma.
"De todos modos, Tigris tendrá mucho que decir, sólo por hacer armas de última generación. Además, estás respaldado por el Rey Demonio, que no puede ser derrotado con armas. OlvÃdate de controlar las guerras en el continente ──── podrÃas lograr el dominio del mundo si te lo propones".
Shinichi sonrió diabólicamente, acercándose a Sieg.
"Y si eso ocurriera, podrÃas elegir a las chicas más guapas para formar el mejor grupo de Ãdolos".
"¡Esa es una idea espléndida!"
"¡Bueno entonces, firma este contrato, y te convertirás en el gobernante de este mundo!"
"¡Lo haré ──── *Gagh*!"
"Suficiente, Su Alteza". El mago de la corte silenció a Sieg con un puño en la cara. "Hay algunas cosas con las que no se pueden hacer bromas".
"Ow... ¿Por qué tienes que golpearme si eras consciente de que no era más que una broma?" Sieg hizo un mohÃn, pero su expresión se volvió seria de nuevo al mirar a Shinichi. "Con eso, debo declinar amablemente tu oferta".
"SÃ, siento haberlo llevado demasiado lejos". Shinichi se inclinó ante el rey, que estaba metido en la broma.
Celes suspiró. "¿Qué habrÃas hecho si hubiera aceptado conquistar el mundo?"
"Depende de lo que dijera Rino". Shinichi ya no bromeaba. "Odio sonar como cierta Diosa, pero podrÃamos ayudar a miles de millones de personas unificando el continente, aunque eso significara derramar sangre".
Establecer un paÃs unido no resolvÃa los problemas del terrorismo y las guerras civiles, pero reducirÃa drásticamente las batallas que se producÃan a menor escala.
"El mayor beneficio serÃa estandarizar el idioma, la moneda y las unidades de medida. ¡¿A quién demonios se le ocurrieron las pulgadas, los pies, las millas, las yardas...?! ¡¿Por qué no podemos medir todos en metros?!" gritó Shinichi en nombre de todos los creadores de la Tierra.
"Por favor, contrólate", espetó Celes. "No lo entiendo. ¿Es realmente tan importante?"
"SÃ. Imagina lo eficiente que serÃa tener unidades de medida estándar... Pero supongo que esas incoherencias forman parte de la cultura, y por eso están tan en contra".
Si le dijeran que abandonara el japonés y hablara exclusivamente en inglés por comodidad, tendrÃa algunos reparos. Al fin y al cabo, ¿cómo podrÃa expresarse si estuviera atado a las limitaciones de la lengua inglesa? La eficacia no era lo único importante.
"A veces, los conflictos se derivan de la falta de comunicación a causa de las diferencias lingüÃsticas. Si realmente quisieras la paz mundial, tendrÃas que crear un idioma universal o crear una máquina de traducción perfecta y ──── "
"Lord Shinichi, vuelva en si."
"Oh, claro." Shinichi se recompuso.
Uropeh no tenÃa grandes diferencias en sus idiomas de todos modos. Incluso comparando lo que se hablaba en los rincones más lejanos del continente, podrÃan llamarse dialectos de la misma lengua. Además, con la magia de traducción, habÃa pocos incentivos para estandarizarlo.
"La dominación del mundo tiene sus méritos, pero no quiero imponer una determinada cultura a la gente, y no me gustarÃa que Rino gobernara con violencia".
"Por eso nos has advertido de antemano, porque nos has dado justo el poder que necesitarÃamos para la dominación del mundo".
Sieg no estaba culpando a Shinichi. De hecho, sonrió agradecido. HabÃa visto lo que un gran poder hace a la gente ──── especialmente con los tiranos de la iglesia. Le preocupaba que pudieran abusar de su nuevo poder, pero...
"Con los prudentes consejos de Sir Shinichi, y mientras Rino vea bien vigilarnos, no tengo duda de que nunca nos desviaremos del camino moral".
"Uh-huh."
Sieg se palmeó el grueso estómago con una sonrisa. Shinichi le devolvió la sonrisa. Rino actuaba como un pilar central de la moral, no sólo para el Rey Demonio ──── sino también para el resto de ellos.
Sin quererlo, se habÃan encontrado en una situación pseudo-religiosa: No podÃan hacer nada malo porque "Dios" siempre los vigilaba.
"No quiero pensar en lo que pasarÃa si le ocurriera algo malo a Lady Rino", dijo el mago de la corte.
"Por supuesto". Celes asintió.
Dritem empezó a sudar frio de sólo pensarlo.
[1] Clarividencia y espiar conversaciones?
[2] SB: es un tipo de bala para fusil de avancarga llamada asà por su co-desarrollador, Claude-Étienne Minié, el inventor del fusil Minié
[3] SB: fue un diseñador de armas de fuego estadounidense, que diseñó una larga variedad de armas, cartuchos y mecanismos de armas
SB:
Pues bueno para los que me siguen en twitter saben que acabe recien semana de examenes asi que tenia un poco de tiempo asi que me tradueje algo, quien sabe talvez esta semana siga subiendo mas partes, pero no esperen nada, bueno me despido xD