Capítulo 7
Brujas gemelas(1)
Al ver la puerta de su habitación, Siwoo se encontró inconscientemente relajando mientras le asaltaban los efectos de horas de duro trabajo acompañadas de falta de sueño.
Al empujar la puerta chirriante, se encontró con la misma habitación vieja y polvorienta a la que se había acostumbrado.
Era sorprendentemente espaciosa; se trataba de un viejo granero que solía albergar 20 caballos antes de ser modificado para convertirlo en la habitación de Siwoo.
Dentro de la habitación, de 10 metros de ancho, había un pajar que hacía las veces de sofá y de cama. El techo abierto estaba cubierto de suciedad y se veían manchas sin identificar esparcidas por toda la pintura.
Una ventana abierta mostraba el hermoso cielo nocturno en todo su esplendor.
"Todo este espacio y ni siquiera tengo que pagar alquiler".
Los únicos inconvenientes eran que, al tener el tejado abierto, el agua de las lluvias se colaba en su habitación, la nieve de los fríos días de invierno le entumecía los huesos y el olor a estiércol que emanaba de las paredes durante el verano se le metía por la nariz.
Sin embargo, el ser humano siempre ha encontrado la manera de adaptarse a las situaciones incómodas.
Después de 5 años de adaptación, el granero se había vuelto mucho más cómodo en comparación con la primera vez que Siwoo visitó el lugar.
"Joder. Todo está empapado".
La zanja que Siwoo había cavado de antemano para recoger el agua se había inundado y el agua de lluvia se había derramado, empapando todo lo que había en la habitación sin dejar nada seco.
Siwoo se quitó la ropa de trabajo y se dirigió a la cama, donde encontró un pequeño frasco de cristal sobre el heno.
Era un frasco de perfume desechado que había usado Amelia, estaba hecho a mano y era precioso.
"La botella está casi vacía".
Levantando el frasco, un líquido blanquecino brillaba en el fondo de la botella. Siwoo apenas había conseguido coger una o dos gotas de agua mágica sobrante mientras limpiaba el cubo de basura del laboratorio de investigación.
El líquido, que brillaba con una miríada de colores, era un tipo de purificación de agua mágica licuada mediante alquimia simple.
Todas las profesoras de la academia eran ricas.
Desechaban las botellas usadas de líquido mágico que aún conservaban una cantidad ínfima de material, igual que los ricos de nuestro mundo no intentarían exprimir la pasta de dientes de los propios vestigios de un tubo de dentífrico usado.
De hecho, con una simple gota de este líquido podría conseguir varios paquetes de cigarrillos.
"Si no fuera por esto, me habría quedado completamente sin suerte".
Esto le proporcionó a Siwoo la única oportunidad de usar la magia.
Mientras limpiaba todo tipo de residuos de investigación, pudo recoger un poco de maná residual.
"Sólo un poco servirá..."
Inclinando la botella, Siwoo se echó media gota del líquido en la punta de los dedos.
El género era un requisito estricto cuando se trataba de la capacidad de manejar la magia.
Sin embargo, Siwoo descubrió que cuando se colocaba el líquido mágico en el cuerpo, su maná latente podía utilizarse durante un breve periodo de tiempo antes de volverse volátil.
Siwoo murmuró un canto ligero.
"Pin".
El canto se activó y el maná de la gotita empezó a brillar con un notable tinte azul.
Si los demás supieran que podía usar magia, Siwoo se encontraría en una situación realmente desagradable. Por eso, evitó practicar magia y se dedicó a estudiarla. Si llegaba un momento en que se descubriera su capacidad para usar la magia, se acabarían sus días de dormir plácidamente en su cama de heno.
Siwoo se esforzó por recordar los movimientos de Amelia ese mismo día.
Detrás de sus nacarados ojos azules se escondían los secretos de la magia.
La magia es el poder de crear cualquier cosa, mientras que la telequinesis es la capacidad de convertir el maná en energía cinética, lo que a su vez permite mover objetos con sólo desearlo.
Hoy, Amelia ha utilizado esa misma cantidad de maná para crear cientos de anillos orbitales de la nada.
Estos trozos de roca intergalácticos estaban sujetos a las leyes del universo, pero Amelia era capaz de controlar cada uno de los planetas y estrellas que había creado. Era un testimonio de su control sobre la magia.
Ese nivel de control era algo que Siwoo aún no era capaz de alcanzar.
Aunque Siwoo no poseía ese nivel de control sobre los objetos, podía levantar objetos ligeros con facilidad.
Cerrando los ojos, Siwoo trató de recordar cada movimiento de las yemas de sus dedos y el canto que murmuraba durante su proceso de lanzamiento en un intento de imitar su nivel de habilidad.
Al abrir lentamente los ojos, se vieron remolinos de llamas danzando en sus pupilas.
Era un fenómeno natural conocido como "reflejo del maná" cuando se lanzaba magia.
Mirando a su alrededor, miles de gotas de agua parecían rodearle.
El agua de lluvia que se había filtrado en el suelo tras la lluvia se había desenterrado del barro y ahora flotaba a su alrededor.
Cada una de las gotas brillaba como perlas incandescentes en el aire, reflejando la luz de la luna.
El acto de lanzar magia requería que su lanzador visualizara una imagen mental del fenómeno que quería pintar sobre la realidad. Por supuesto, éste era sólo uno de los muchos requisitos que el lanzador debía cumplir para poder lanzar la magia deseada.
La imagen que Siwoo estaba visualizando era la escena de Amelia utilizando la magia para recoger el polvo que se había depositado en el laboratorio.
Resultó ser bastante eficaz, ya que las gotas de agua empezaron a congregarse, formando una gran gota de agua.
En ese momento...
"Suspiro..."
Siwoo dejó escapar un breve suspiro.
Por un breve momento, había perdido la concentración y la imagen que tenía en mente vaciló.
Siwoo necesitaba considerar un total de 3 caminos: maleabilidad, cambio y alcance para imitar con éxito la telequinesis.
Sin querer, había permitido que el maná que regía la maleabilidad y el alcance chocaran entre sí, inutilizando el hechizo mágico.
El hechizo mágico se sobrecargó cuando intentó combinar todas las gotas de agua juntas, creció hasta una cantidad que no había previsto, lo que provocó que la gran bola de agua explotara frente a él y cayera al suelo.
Afortunadamente para él, la bola de agua se había regado sobre la zanja, dejando su habitación indemne.
"No he podido seguir calculando porque el factor de conversión parece haberse sobrecargado".
Era casi imposible para él imitar un hechizo desconocido.
Siwoo tomó entonces la decisión de tomarse el día libre y se tumbó en la cama de heno, cuya áspera superficie le escocía la piel.
Visualizar el fenómeno mágico ya era bastante difícil de por sí, y añadir otra capa de complicación improvisando en el círculo mágico lo convertía en una tarea insuperable.
Aun así, era una gran mejora en comparación con el pasado.
Antes sentía como si el cráneo le fuera a explotar con sólo encender una vela. Antes, cada vez que Siwoo intentaba hacer un hechizo sencillo como encender una vela, sentía que la cabeza le iba a explotar.
Al paso que iba, no tardaría mucho en abrir un "Portal" para salir de la ciudad.
"Si sólo utilizo tres más de estos medios de transición y conecto el módulo de alcance al módulo de transición... En teoría podría amortiguar el choque causado por el despliegue".
No puedo. Estoy tan cansado hoy.
Siwoo cerró los ojos, mientras entraba rápidamente en la tierra de los sueños.
۩ ۩ ۩
Después de limpiar su habitación, Siwoo se comió un bocadillo antes de reunirse con Takasho. Juntos, se dirigieron a Tarot Town.
El caballo que montaban era el de Sophia, una bruja cuya magia giraba en torno a las bestias y, como resultado, pudieron viajar a Tarot a velocidades de vértigo.
Media hora después, llegaron a las calles de Tarot Town.
"¡Igual que antes, llegaré a la fuente a las 10 de la noche!"
Corriendo hacia la residencia de Sophia, Takasho se despidió de Siwoo con la mano.
"Uf..."
Recuperando el aliento, Siwoo apoyó una mano en la fuente mientras observaba su entorno.
Si uno tuviera que describir la Tarot Town, sería que se parecía a lo que sería el Renacimiento con elementos de ciencia ficción esparcidos por todo el lugar.
Las casas que parecían casas de campo rodeaban la calle pavimentada con hormigón. El bullicio de la ciudad recordaba a las calles de Shibuya, en Tokio.
Este era el resultado de que Gehenna hubiera estado aislada del mundo exterior durante más de 600 años.
No era sorprendente ver el nivel de prosperidad que había alcanzado la ciudad, sobre todo teniendo en cuenta los 600 años de historia mágica que les permitieron evitar cualquier guerra o epidemia que pudiera haber ocurrido.
A diferencia de "Ciudad Ars Magna" y "Lenomond Town", donde vivía la élite, la gente que vivía en Tarot Town eran en su mayoría ciudadanos de segunda clase.
También era un lugar donde varios artesanos y profesionales decidían establecerse y vivir sus vidas en servidumbre bajo las brujas.
"¡Manzanas! ¡Manzanas! ¡Manzanas recién recogidas! ¡Sólo por 5 peniques cada una!"
"¡Vayan a la taberna beluga! Tenemos actuaciones emocionantes, música animada y cerveza fría para todos. No te arrepentirás de visitar la taberna beluga".
"¡Bienvenido uno! ¡Bienvenidos todos! ¡Venid! Nuestros vestidos son muy populares incluso entre las brujas".
Singulares vistas salpicaban las calles mientras los cocheros trataban desesperadamente de calmar a sus caballos, los repartidores de periódicos correteaban por los callejones, los vendedores anunciaban sus mercancías delante de sus tiendas, desde los mercaderes que fumaban un puro mientras regateaban hasta los artistas que permanecían bajo la fuente tocando sus flautas.
La plaza central siempre había sido así, bulliciosa, ruidosa y llena de vida.
Contemplando el espectáculo que contemplaban sus ojos, Siwoo salió de la carretera y procedió a caminar hacia su destino.
Al oeste de la plaza, Siwoo entraba en un callejón.
El callejón estaba lleno de baldosas sueltas y el pavimento estaba salpicado de barro. Parecía que había estado descuidado durante bastante tiempo.
El bar Ballena Blanca por el que pasó Siwoo parecía estar a rebosar de clientes, seguramente debido a que era festivo. Al cruzar un puente, Siwoo divisó un edificio de piedra oculto bajo la sombra.
En el sótano del edificio había una tienda de magia en la que Siwoo decidió que merecía la pena pasar sus preciadas vacaciones.
"Hola".
La puerta que conducía a las escaleras de la tienda era estúpidamente corta. Agachando la cabeza, Siwoo bajó un tramo de escaleras.
Era una tienda pequeña que medía sólo 10 pyeong y tenía un ligero olor a azufre.
Para los estándares de Siwoo, la tienda no parecía pequeña, pero los muebles y los artículos que vendían hacían que la tienda pareciera estrecha.
Las estanterías estaban repletas de artículos que contenían una miríada de colores, incluso había animales muertos marchitos que colgaban de los techos.
"Oh, estás aquí. Ha pasado bastante tiempo, ¿eh? Empezaba a preocuparme".
El dueño de la tienda, un hombre con gafas redondas, saludó a Siwoo con una sonrisa en la cara.
Dobló el periódico y se levantó.
"Entonces... ¿qué necesita esta vez?".
"¿Ha llegado algo nuevo últimamente?"
"Veamos..."
Echó un vistazo a una lista que parecía ser donde registraba sus mercancías y sacó un fajo de papeles atados con cuerdas.
"Estas son las únicas cosas nuevas que hay por aquí. ¿Quieres uno?"
"Claro, ¿cuánto cuestan?".
Siwoo sacó la bolsa que llevaba escondida en el pecho.
Monedas del tamaño de pulgares podían verse brillar dentro de la bolsa.
Siwoo había ahorrado durante tres meses, trabajando por el campus. No había gastado ni un céntimo de su salario semanal de cinco peniques.
Los peniques solían estar hechos de cobre y plata, 12 de los cuales formaban una sola moneda de plata. Siwoo había acumulado un total de cinco monedas de plata.
Tenía dinero suficiente para comprar los artículos, pero aún le sangraba el corazón cuando iba a pagarlos.
"Será una moneda de plata por tres de estos artículos".
"¿Eh? ¿Qué quieres decir con una de plata? La última vez que vine aquí, sólo usé una moneda de plata para comprar dos artículos".
"Hoy en día eres mi único cliente. Te lo daré a un precio barato, así que cógelo".
"¡Ah, gracias!"
¡Lotería!
Originalmente iba a disfrutar de una comida con el penique que le hubiera sobrado.
Pero ahora, las cosas son diferentes.
Siwoo vació su cartera y entregó las monedas de plata al dueño de la tienda.
"¿Para qué necesitaría un esclavo papel mágico de todos modos? Quiero decir, no es como si pudiera usarlo".
"Tengo circunstancias diferentes. Ya me entiendes".
"Bueno, de todas formas no es asunto mío. Mi tienda está siempre abierta. Vuelve la próxima vez".
Siwoo se dio la vuelta, evidentemente orgulloso de la compra que acababa de hacer.
"Hola, Sr. Asistente,"
Detrás de Siwoo había una bruja de ojos morados. Siwoo la reconoció al instante como Odil, la hermana mayor de las gemelas que estudiaban con la profesora Amelia, ladeó la cabeza y dijo,
"Oye, ¿qué clase de artefactos mágicos vendes en un sitio tan cutre? ¡Vaya! ¿Qué es esto? Parece una momia".
Odil jugueteó con los extraños huesos, que en este caso eran pimientos japoneses secos, que colgaban del techo. El dueño de la tienda permaneció en silencio, sin atreverse a pronunciar palabra.
Llevaba un vestido adornado con encajes de colores, una media cofia le colgaba de la barbilla y los lujosos zapatos que calzaba la embellecían aún más.
La forma de vestir de Odil demostraba que confiaba tanto en su belleza natural como en el aura de nobleza que desprendía.
Nadie se atrevería a regañar a una bruja poderosa, por tocar los artefactos expuestos.
Siwoo sintió un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Qué hacía Odil aquí? ¿En este sótano sucio y apartado? ¿Le había seguido?
Tenía que mantener en secreto su habilidad para usar la magia. Era su único boleto para escapar de la esclavitud.
"Pero, ¿por qué el ayudante, un esclavo, tendría algún asunto en Tarot Town? ¿Qué más? ¿En una tienda de artefactos mágicos?
Riéndose, Odil rodeó a Siwoo.
Siwoo intentó ocultar el papel que había comprado, pero fue un intento inútil en el mejor de los casos.
"No puedes responder, ¿verdad?"
Este era el peor escenario posible que podría haber sucedido.
"Algo interesante está pasando".
Al contrario que en la academia, Odil, que llevaba un llamativo vestido de exterior, lo dijo con una sonrisa colgando de sus labios.